Aparato Reproductor
Órganos sexuales responsables de la reproducción humana. En
las mujeres, este sistema incluye los ovarios, las trompas de Falopio, el
útero, el cuello del útero y la vagina. En los hombres, incluye la próstata,
los testículos y el pene.
En el proceso reproductor humano, participan dos tipos
de células sexuales, o gametos. El gameto masculino,
o espermatozoide, y el gameto femenino, u ovocito,
entran en contacto en el sistema reproductor femenino y se funden entre sí
engendrando un nuevo ser. Tanto el sistema reproductor femenino como el
masculino son necesarios para la reproducción.
Sistema reproductor masculino
A diferencia de la mujer los órganos reproductores del
hombre, o genitales, se encuentran tanto dentro como fuera de la
pelvis. Los genitales masculinos incluyen:
- los
testículos
- el
sistema de conductos, integrado por el epidídimo y el conducto deferente
- las
glándulas accesorias, que incluyen las vesículas seminales y la glándula
prostática
- el
pene.
Los testículos son ovalados y crecen hasta alcanzar
aproximadamente 5 cm de longitud por 3 cm de diámetro. Los testículos también
forman parte del sistema endocrino, ya que producen hormonas, incluyendo
la testosterona. La testosterona desempeña un papel muy importante
en la pubertad y, a medida que un chico va recorriendo esta etapa de su vida,
sus testículos van produciendo cantidades cada vez mayores de esta hormona. La
testosterona es la hormona que determina que los chicos cambien la voz,
desarrollen músculos más voluminosos y fuertes y les crezca la barba y el vello
corporal, aparte de estimular la producción de espermatozoides.
En un chico que ya ha alcanzado la madurez sexual, los dos
testículos producen y almacenan millones de diminutos espermatozoides.
Muy cerca de los testículos, se encuentran el epidídimo y
el conducto deferente, que constituyen el sistema de conductos de
los órganos reproductores masculinos. El conducto deferente es un tubo muscular
que discurre junto a los testículos y transporta en sentido ascendente el fluido
que contiene los espermatozoides, denominado semen. El epidídimo es
un conjunto de tubos en forma de espiral (uno para cada testículo) que está
conectado al conducto deferente.
El epidídimo y los testículos están suspendidos en el
interior de una estructura similar a una bolsa, ubicada fuera de la pelvis y
denominada escroto. Esta bolsa de piel ayuda a regular la
temperatura de los testículos, que debe ser inferior a la temperatura corporal
para que puedan fabricar espermatozoides. El escroto cambia de tamaño para
mantener la temperatura adecuada. Cuando el cuerpo está frío, el escroto se
encoge y se tensa para mantener el calor corporal en su interior. Cuando el
cuerpo está caliente, el escroto se agranda y se vuelve flácido para eliminar
el exceso de calor. Esto ocurre sin que el hombre tenga que pensar en ello. El
cerebro y el sistema nervioso dan al escroto las instrucciones pertinentes para
que cambie de tamaño cuando convenga hacerlo.
Las glándulas accesorias,
que incluyen las vesículas seminales y la glándula prostática, proporcionan los
fluidos que lubrican el sistema de conductos y nutren a los espermatozoides.
Las vesículas seminales son estructuras con aspecto de bolsa unidas
al conducto deferente, a lado de la vejiga. La glándula prostática,
que produce algunos de los componentes del semen, rodea a los conductos
eyaculatorios en la base de la uretra, justo debajo de la vejiga. La uretra es el
conducto que conduce el semen hacia el exterior del cuerpo a través del pene.
La uretra también forma parte del sistema urinario, ya que es el conducto a
través del cual pasa la orina cuando es expulsada del cuerpo desde la vejiga.
El pene consta
de dos partes: el cuerpo y el glande. El cuerpo
es la parte principal del pene, mientras que el glande es la punta (a veces,
denominada “cabeza”). En el extremo del glande, hay una pequeña ranura o
abertura, que es por donde salen del cuerpo el semen y la orina a través de la
uretra. El interior del cuerpo del pene está formado por un tejido esponjoso y
otro cavernoso que se puede expandir y contraer.
Los órganos sexuales masculinos trabajan conjuntamente para
producir y liberar semen en el interior del sistema reproductor de la mujer
durante el acto sexual. El sistema reproductor masculino también produce
hormonas sexuales, que ayudan a que los niños maduren sexualmente hasta
convertirse en hombres durante la pubertad.
Cuando nace un bebé, posee todas las partes del sistema
reproductor, pero hasta la pubertad no tendrá la facultad de reproducirse.
Cuando se inicia la pubertad, generalmente entre los 9 y los 15 años, la hipófisis -ubicada
en el cerebro-, secreta hormonas que estimulan a los testículos a producir
testosterona. La producción de testosterona provoca muchos cambios físicos. Si
bien el momento preciso en que aparecen estos cambios difiere de una persona a
otra, las etapas de la pubertad suelen seguir una secuencia fija.
- Durante
la primera etapa de la pubertad masculina, el escroto y los testículos
aumentan de tamaño.
- A
continuación, el pene se agranda, y también crecen las vesículas seminales
y la próstata.
- Comienza
a crecer vello en la zona púbica y posteriormente barba en la cara y vello
en las axilas. Durante esta etapa, también se cambia la voz, volviéndose
más grave.
- Los
chicos también tienen un estirón durante
la pubertad y alcanzan la estatura y el peso adultos.
En cuanto un chico alcanza la pubertad, empieza a producir
millones de espermatozoides cada día. Cada espermatozoide es extremadamente
pequeño: solo mide 0,05 mm de largo. Los espermatozoides se desarrollan en el
interior de los testículos, dentro de un sistema de tubos diminutos
denominados túbulos seminíferos. En el momento del nacimiento,
estos túbulos solo contienen células redondas de una gran simplicidad, pero
durante la pubertad la testosterona y otras hormonas hacen que estas células se
transformen en espermatozoides. Las células se dividen y modifican hasta
adquirir forma de renacuajo, con una cabeza y una cola corta. La cabeza
contiene el material genético (genes). Los espermatozoides utilizan la cola
para avanzar por el epidídimo, donde completan su desarrollo. Un espermatozoide
tarda entre 4 y 6 semanas en recorrer el epidídimo.
Después, los espermatozoides se desplazan hasta el conducto
deferente, o conducto eyaculatorio. Las vesículas seminales y la glándula
prostática producen un líquido blanquecino denominado líquido seminal,
que se mezcla con los espermatozoides para formar el semen cuando el hombre se
excita sexualmente. El pene, que normalmente cuelga y está flácido, se endurece
cuando el hombre se excita sexualmente. El tejido esponjoso del interior del
pene se llena de sangre y el pene se pone duro y erecto (lo que conocemos como
erección). La rigidez de un pene erecto facilita su introducción en la vagina
de la mujer durante el coito. La estimulación del pene erecto determina que los
músculos que rodean los órganos reproductores se contraigan y empujen al semen
a través del sistema de conductos y la uretra -este proceso se denomina eyaculación.
Cada vez que un hombre eyacula, su semen puede contener hasta 500 millones de
espermatozoides.
Cuando el hombre eyacula durante el coito, deposita el semen
en la vagina de la mujer. Desde la vagina, los espermatozoides ascienden a
través del cuello uterino y atraviesan el útero con la ayuda de las
contracciones uterinas. Si hay un ovocito maduro en una de las trompas de
Falopio de la mujer, bastará un espermatozoide para penetrarlo, produciéndose
la fecundación o concepción.
Sistema Reproductor Femenino
La parte externa de los órganos reproductores femeninos se
denomina vulva, que significa "cubierta". La vulva, que
está ubicada entre las piernas, cubre la abertura que conduce a la vagina y a
otros órganos reproductores ubicados dentro del cuerpo.
La zona carnosa ubicada justo por encima de la parte
superior de la abertura vaginal recibe el nombre de "monte de Venus".
La abertura vaginal está rodeada por dos pares de pliegues de piel
llamados labios. El clítoris, un pequeño órgano
sensorial, está ubicado hacia la parte delantera de la vulva, donde se unen los
pliegues de los labios. Entre los labios, hay aberturas hacia la uretra (el
canal que transporta la orina desde la vejiga hacia la parte externa del
cuerpo) y la vagina. Cuando una niña alcanza la madurez sexual, los labios
externos y el monte de Venus se cubren con vello púbico.
Los órganos reproductores internos de la mujer son la
vagina, el útero, las trompas de Falopio y los ovarios.
La vagina es un tubo muscular hueco que se
extiende desde la abertura vaginal hasta el útero. Como posee paredes
musculares, la vagina se puede expandir y contraer. Esta capacidad de
ensancharse o estrecharse permite que la vagina pueda albergar algo tan delgado
como un tampón o tan ancho como un bebé. Las paredes musculares de la vagina
están recubiertas por membranas mucosas, que la mantienen húmeda y protegida.
La vagina cumple tres funciones:
- Es
el lugar donde se inserta el pene durante las relaciones sexuales.
- Es
el camino (canal de parto) a través del cual un bebé abandona el cuerpo de
la mujer durante el alumbramiento.
- Es
la vía a través de la cual se elimina la sangre menstrual durante los
períodos.
La abertura de la vagina está parcialmente cubierta por un
trozo delgado de tejido similar a la piel, que recibe el nombre de himen.
El himen suele ser diferente de una mujer a otra. En la mayoría de las mujeres,
el himen se estira o rasga después de la primera experiencia sexual y es
posible que sangre un poco (esto suele provocar algo de dolor o puede resultar
indoloro). No obstante, en algunas mujeres que han tenido relaciones sexuales,
el himen no sufre grandes modificaciones. Y en algunas mujeres, el himen ya
está estirado incluso antes de que comiencen a tener relaciones sexuales.
La vagina se conecta al útero en el cuello
del útero. El cuello del útero tiene paredes fuertes y gruesas.
En las esquinas superiores del útero, las trompas de
Falopio conectan el útero con los ovarios. Los ovarios son
dos órganos con forma de óvalo ubicados en la parte superior derecha e
izquierda del útero. Producen, almacenan y liberan óvulos en las trompas de
Falopio en un proceso que se denomina "ovulación".
Los ovarios también forman
parte del sistema endocrino, porque producen las hormonas sexuales
femeninas, como el estrógeno y la progesterona.
El aparato
reproductor femenino permite que una mujer:
- produzca óvulos
- tenga relaciones sexuales
- proteja y nutra al óvulo fertilizado
hasta que se desarrolle completamente
- dé a luz
La reproducción sexual no sería posible sin los órganos
sexuales denominados gónadas.
Los dos sexos poseen gónadas: en la mujer, las gónadas son los
ovarios, que producen los gametos femeninos (óvulos). Las gónadas masculinas
producen gametos masculinos (espermatozoides).
Cuando una mujer nace, sus ovarios contienen cientos de miles de
óvulos, que permanecen inactivos hasta que comienza la pubertad. En la
pubertad, la glándula pituitaria (ubicada en la parte central del cerebro), comienza a generar hormonas que estimulan
a los ovarios para producir hormonas sexuales femeninas, incluido el estrógeno.
La secreción de estas hormonas hace que una niña se desarrolle y se transforme
en una mujer sexualmente madura.
Hacia el
final de la pubertad, las niñas comienzan a liberar óvulos como parte de un
período mensual denominado "ciclo menstrual". Apróximadamente una vez
al mes, durante la ovulación, un ovario envía un diminuto óvulo hacia una de
las trompas de Falopio.
Normalmente, las mujeres y muchachas sienten algunas
molestias en los días previos a sus períodos. El síndrome pre-menstrual incluye
tanto síntomas físicos como emocionales que muchas mujeres experimentan antes
del período.
Si un hombre y una
mujer tienen relaciones sexuales dentro de los días cercanos a la ovulación de
la mujer, es probable que haya una fertilización. Cuando el hombre eyacula
(despide semen por el pene), una pequeña cantidad de semen queda depositado en
la vagina. En esta pequeña cantidad de semen, hay millones de espermatozoides
que "nadan" hacia arriba desde la vagina, a través del cuello uterino
y el útero, para unirse al óvulo en la trompa de Falopio. Solo hace falta un
espermatozoide para fertilizar un óvulo.
Entre 5 y 6 días después de que el
espermatozoide fertiliza al óvulo, el óvulo fertilizado (cigoto) ya es un
blastocisto multicelular. Un blastocisto tiene
el tamaño aproximado de una cabeza de alfiler y es una bola hueca de células
con líquido en el interior. El blastocisto se entierra en el revestimiento del
útero, denominado endometrio. Una hormona, el
estrógeno, hace que el endometrio se ensanche y llene de sangre. La
progesterona, otra hormona liberada por los ovarios, mantiene el endometrio
ensanchado con sangre para que el blastocisto pueda insertarse en la pared del
útero y absorber los nutrientes que hay en ella. Este proceso recibe el nombre
de implantación.
A medida que las células del blastocisto reciben nutrientes,
comienza otra etapa de desarrollo. En la etapa embrionaria, las células
internas conforman un círculo aplanado denominado "disco
embrionario", que se desarrollará y llegará a ser un bebé. Las células
externas se transforman en membranas delgadas que se forman alrededor del bebé.
Las células se multiplican miles de veces y se mueven a nuevas posiciones hasta
transformarse, finalmente, en el embrión.
Durante la etapa fetal, que dura desde la novena semana posterior
a la fertilización hasta el momento del nacimiento, el desarrollo continúa con
la multiplicación, el movimiento y el cambio de las células. El feto flota
en el líquido amniótico que se encuentra dentro del saco amniótico. Recibe
oxígeno y nutrientes de la sangre de la madre a través de la placenta. Esta
estructura, similar a un disco, se pega al revestimiento interno del útero y se
conecta con el feto a través del cordón
umbilical. La membrana y el líquido amniótico protegen al feto
de los golpes y sacudidas que pueda sufrir el cuerpo de la madre.
El embarazo dura un promedio de 280 días; apróximadamente 9 meses. Cuando el bebé está listo para nacer, su
cabeza presiona el cuello del útero y este comienza a relajarse y ensancharse
para prepararse para el paso del bebé hacia la vagina y a través de ella. En el
cuello del útero, la mucosidad habrá formado un tapón que comienza a aflojarse.
Cuando la madre rompe bolsa, el tapón y el líquido amniótico salen a través de
la vagina.
Fuentes de información: